El impacto de la crisis de los semiconductores está siendo demoledor. Afectando a muchas ramificaciones mucho más profundas de lo que los usuarios podemos intuir si nos limitamos a observar en qué medida nos afecta de forma directa. La escasez de chips ha provocado que conseguir una tarjeta gráfica o una consola de videojuegos de última generación, entre otros dispositivos electrónicos, sea una exclusividad, pero esto solo es el inicio.
Y es que la electrónica de consumo no es en absoluto la única industria sobre la que ha recaído gran parte del peso de esta crisis. Las compañías de automatización, los fabricantes de electrodomésticos y cualquier otro sector industrial cuya producción dependa en mayor o menor proporción de los semiconductores también se están viendo profundamente afectados por la escasez de chips.
¿Crisis en los semiconductores?
Estamos viviendo por primera vez en la historia, una escasez inimaginable de estos chips. Fábricas de coches detenidas en distintos países o Apple avisando a navegantes sobre la eventual escasez de iPhones son solo un síntoma de lo dependientes que somos de estas piezas de cristal de silicio sobre la que se estampan complejos patrones a través de la luz. El principal fabricante de estos elementos es la empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), novena empresa del mundo por capitalización bursátil. Controla una gran parte de la oferta mundial desde Taiwán.
A finales de 2020, los semiconductores comenzaron a escasear. Goldman Sachs estimó que al menos 169 industrias iban a tener falta de stock, estimando una caída considerable del PIB en 2021. Dispositivos móviles, consolas de videojuegos, módems 5G, vehículos modernos o electrodomésticos son solo algunas de las industrias que dependen mucho de los semiconductores.
No por nada estos simples componentes necesarios para nuestros equipos de uso indispensable, son los responsables de una gran productividad de trabajo y aprendizaje, pero con esta escasez, disminuyen estos factores drásticamente.
